24 septiembre 2018

Dane Rudhyar, 23 de marzo de 1895

La Astrologia es la madre de todas las ciencias, la madre de la civilización, por ser el primer intento del hombre y el mas universal, para "encontrar el orden oculto detras o dentro de la confusion de la jungla terrestre, psicologica o fisica, según el caso".
El Latido de la Vida
El 23 de marzo de 1895 nacía en Paris Daniel Chenneviere, quien posteriormente sería más conocido como Dane Rudhyar, autor, compositor y astrologo.

Es considerado como el iniciador de lo que actualmente se conoce como Astrología Humanística, o Astrología Transpersonal, términos que el mismo acuño.

Influenciado por el budismo Zen y principalmente por la teosofía su obra se basa principalmente en dos conceptos:
- La cualidad cíclica de todos los procesos vitales y esencialmente del tiempo.
- El carácter simbólico de la astrología como una técnica para explicar el mundo.

Desde el inicio, todas las escuelas teosóficas, como también las distintas órdenes ocultistas y esotéricas del siglo XIX y principios del siglo XX, tomaron muy en cuenta a la Astrología, la Cábala el Tarot y el I Ching, considerando a estos “saberes” como parte de lenguajes sagrados, que pueden referenciarse absolutamente con el ser humano y su espíritu, de la misma manera que con toda la humanidad y hasta el universo en su conjunto.
Mientras sus contemporáneos, A. Bailey, D. Fortune y A. Crowley, profundizan en el ocultismo, la magia y el esoterismo, Rudhyar pone el foco en la astrología abriendo un nuevo camino donde intenta transmitir constantemente conceptos como ciclos,  ritmos y pulsos, ligándolos en todo momento con lo simbólico, tema primordial en la obra de otro contemporáneo suyo, C.G. Jung, quien investigaría desde la psicología, razón por la cual se conoce comúnmente a la corriente iniciada por Rudhyar como Astrología Psicológica, término empleado por astrólogos posteriores como L. Greene, H. Sasportas, S. Arroyo, R. Idemon, entre otros.

Sus primeros escritos fueron obras musicales, más tarde paso a unir el arte con la organización social, patrones culturales y filosofía, dejando entrever la temática cíclica que sería fundamental en su obra ulterior dedicada absolutamente a la astrología.
Su primer libro de astrología, de 1930: “Astrología de la personalidad” donde deja claro los postulados de la “astrología humanística” enfocada a los procesos y a la comprensión antes que a la predicción de los hechos.
Es interesante notar que recién 33 años más tarde, o sea aproximadamente un ciclo de Saturno, escribe su segundo libro sobre el tema, “El Pulso de la Vida”, siendo el inicio de toda una serie de escritos dedicados a la astrología y al ser humano como parte de un cosmos.

Es precisamente en El Latido de la Vida (1963), donde remarca la idea del simbolismo al considerar que: “La astrología nos abre un libro de imágenes universales. Cada imagen nace del orden y posee un significado. Cada carta natal es la signatura del cosmos o de Dios. Es la imagen del rompecabezas completado.
Mediante la comprensión de estas imágenes, el hombre puede realizar su experiencia, porque entonces puede verla en forma objetiva y estructurada como un todo orgánico, La puede percibir como un todo, integrada en el proceso cíclico del cambio universal, lo cual queda revelado por los planetas y las estrellas; viéndola en cambio confusa en la proximidad del nivel terrenal. No existe nada que sea estático, la vida no puede dividirse; es más bien un proceso y todo proceso es cíclico, si creemos en nuestra experiencia, en vez de introducir categorías intelectuales y dualismos éticos. La astrología es un estudio de los procesos cíclicos”


Nuevamente profundiza e insiste en el concepto en El Ciclo de las Lunaciones (1967) refiere a la Astrología como “una técnica para el estudio de los ciclos vitales”, siendosu principal propósito él es establecer la existencia de estructuras regulares en la secuencia de los hechos que forman parte de la experiencia adquirida interior y exteriormente por el hombre”
Acá hace nuevamente la distinción entre las líneas astrológicas: ya que la Astrología “sirve para utilizar el conocimiento de estas estructuras para poder controlar O darle un significado a estas experiencias. Una persona adquiere el dominio conforme va aprendiendo a controlar el génesis, el desarrollo y la periodicidad de sus experiencias. Esta es la meta que pretende alcanzar el adepto o el científico, una meta que consiste en cronometrar con precisión las acciones y saber ajustarse a las reacciones inesperadas. Por otra parte, conforme le da el hombre significado a sus experiencias, remitiéndose a sus propios ciclos personales e individuales o a los ciclos colectivos en general, va desarrollando una actitud consciente e inclusiva hacia la vida, adquiriendo así comprensión y sabiduría, las metas del filósofo. Desde luego, se puede decir que el estudio de los ciclos –es decir, de las actividades periódicas en la naturaleza (ya sean humanas o de otra índole) es la raíz de todo conocimiento importante y significativo, ya sea de tipo científico y filosófico. Y el estudio de los ciclos es ni más ni menos que un estudio del tiempo”

En La Práctica de la Astrología (1970), hace una distinción entre cuatro tendencias o líneas que se manifiestan en la astrología:
La primera tendencia es una popularización de los elementos más básicos de la astrología, aquellos que se refieren a la posición del Sol y de los planetas en el Zodíaco y a sus «tránsitos» sobre los puntos importantes de la carta natal. Esta tendencia parece mezclar en diferentes proporciones los métodos fundamentales de la astrología más antigua y la medieval, con el amplio conocimiento psicológico que se ha extendido por los Estados Unidos.

La segunda tendencia se muestra como un intento de establecer los descubrimientos astrológicos sobre una base estadística y empírica que pudiera darle un carácter más «científico» y que quizás aseguraría el reconocimiento eventual de la astrología por los pensadores académicos.

La tercera tendencia, que sólo aparece de vez en cuando, es el resultado del deseo de relacionar la astrología con doctrinas «esotéricas», nuevas o antiguas, dentro de las líneas del ocultismo, oriental u occidental.

La cuarta tendencia tiene su origen en el reconocimiento del carácter simbólico de la astrología como una técnica para la comprensión básica de la naturaleza y, sobre todo, de la naturaleza humana. De acuerdo con este enfoque, la astrología aparece esencialmente y desde el principio mismo de la civilización humana, como el resultado de un intento del hombre para comprender la confusión y el caos aparentes de las experiencias de su vida, comparándolas con los patrones ordenados de actividad cíclica que se descubren en el firmamento

La obra de Rudhyar fue muy valiosa en su tiempo y lo sigue siendo hoy a cincuenta años de haber sido escrita.
Los logros científicos, si bien nos han permitido mejorar parcialmente ciertos aspectos de la vida, nos alejan de cierto contacto con el entorno más básico que propone Rudhyar para poder comenzar a transitar lo que él llama “la inmortalidad del espíritu”.
Lo remarca permanentemente, tomar en cuenta el momento específico del tiempo objetivo: día, semana, mes o año, nos permite dar un sentido distinto y una cualidad subjetiva única.
La manifestación de una vida o un hecho queda condicionada al momento determinado en que esta se haya dado.
Esto puede parecer obvio mientras lo leemos, pero diariamente no prestamos atención a la diferencia que existe entre cada uno de los momentos del día, o de la semana, mes o año.
El ser humano ha logrado infinidad de avances en medicina y salud, que si bien no están disponibles para la totalidad de la especie, de alguna manera afectan a todos.
Un ejemplo de esto es la “industria alimenticia”, que tiene como objetivo principal obtener ganancias económicas de los productos que genera, por lo cual necesita desde modificaciones genéticas hasta métodos de conservación para que la oferta de los mismos sea continua a lo largo de todo el año. Tener la disponibilidad de alimentos fuera de “temporada”, cuando en realidad cada verdura, fruta o planta, tiene su tiempo y momento especifico durante el año de acuerdo a la estación del mismo, no nos permite observar algo que para nuestros antepasados era tan sencillo: cada momento tiene su característica, y que esa sucesión de características y cualidades pueden dar pauta de un pulso, de un ritmo, un latido.
Precisamente, en el mencionado “Latido de la Vida”, explica la Naturaleza del Zodiaco: “El Zodiaco es simplemente el resultado de la toma de conciencia, por parte del hombre, de la experiencia como proceso cíclico y, ante todo, el darse cuenta de que toda manifestación de la vida orgánica obedece a la ley de la alteración rítmica, impulsadas unas veces a la actividad, por un principio directivo y otras por su opuesto polar.
El Zodíaco simboliza el ciclo del año, especialmente en las regiones templadas del hemisferio Norte, en donde se originó la astrología. El simbolismo zodiacal es el fruto de la experiencia de los hombres que viven en dichas regiones: la experiencia de las estaciones, de las actividades de la naturaleza y del hombre a través de la observación de la vegetación siempre cambiante, base de la vida animal y humana en la Tierra. Como estos hombres han sido durante el último milenio el factor activo de la evolución de la conciencia humana, su experiencia ha llegado a tener una validez universal en la determinación del significado cósmico y de la finalidad del hombre. Por lo tanto, la civilización, tal y como hoy la entendemos, está centrada en la consciencia propia del hemisferio Norte y de un tipo de clima templado. Es posible que en el futuro no sea así pero actualmente lo es, y la astrología actual interpreta, pues, de forma exacta su evolución cíclica”


Hoy nos alarmamos con la desaparición de especies animales y vegetales, o por la reducción de las masas de hielo en los polos o glaciares, como si todo ello fuese algo ajeno, separado del ser humano, sin considerar que todo lo que ocurre tiene una relación con nosotros como colectivo social, y que los principios de ritmo, polaridad, correspondencia y causa y efecto que Rudhyar transmite en sus libros son la clave para la reconexión del ser humano con el entorno, la Planetarización de la Conciencia, que no es ni más ni menos que encontrarse y descubrirse a uno mismo.
Quizá a esto se deba el creciente interés por la astrología y los lenguajes simbólicos, desde la tendencia propuesta por Rudhyar, nos permite intuir que hay una demanda por parte de cada vez más individuos, de intentar comprender la vida, dar significado a su experiencia, como una totalidad.


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